
Al igual que a muchos niños de mi generación, siempre me encantaron las películas del oeste. Esos enfrentamientos indios contra vaqueros y los duelos entre pistoleros me atrapaban frente al televisor cada sábado por la tarde. Era una época en la que las novelas de kiosko de Marcial Lafuente Estefanía o Silver Kane llenaban el cajón de mi mesita junto a las novelas de ciencia ficción.
No fue hasta muchos años después que un buen día descubrí una serie de la que todo el mundo hablaba en internet, Firefly (de la que ya hablé en esta entrada), y que unía ambos mundos: el salvaje oeste y la ciencia ficción.
Desde entonces siempre he tenido en mente crear un universo parecido, aunque no fue hasta que me puse a escribir Hijos de Centauri que la idea comenzó a tomar forma en mi cabeza, ayudada principalmente por las noticias que cada día acaparaban las televisiones sobre los casos de corrupción política en España.
DESARROLLO
Crear una nueva saga cuya primera novela transcurriese en un «futurista» salvaje oeste se convirtió en mi objetivo, aunque antes quería hacer un relato previo en el que presentar al protagonista. Este protagonista debía ser diferente a Randy, el personaje principal de la Trilogía Centauri. Es decir, menos bueno y perfecto.
Se me ocurrió que una forma diferente de presentar a este nuevo protagonista podía ser a través de los ojos de otra persona, un personaje secundario que realizase un viaje junto a él al estilo de uno de los grandes clásicos del western: La diligencia, de John Ford.

Con lo que yo no contaba era con que el personaje que debía presentar al protagonista tuviese la fuerza suficiente como para convertirse por sí mismo en el verdadero protagonista de la historia.
Tengo que decir que fueron Miguel Ángel Alonso Pulido y Jaime Blanch, dos de mis lectores beta y escritores destacados en Amazon, quienes me hicieron ver la fuerza de Anabel como protagonista, no solo en este primer relato sino también en la novela continuación. Mi idea inicial de que Anabel fuese un mero personaje secundario quedó en el aire y, tras reflexionar unos días, no tuve más remedio que darles la razón. Eric no debía ser el protagonista principal. Debía serlo Anabel.
Eso me obligó a ponerme a revisar varios detalles y reescribir algunas escenas ya escritas, sobre todo la escena en la que viajan al puente de navegación (no digo más para no crear un spoiler), en la que en principio Anabel no estaba presente.
Con todo, lo que en inicio iba a ser un mero relato, se convirtió finalmente en una novela corta de 32.000 palabras.
Escribir Destino Orión ha supuesto todo un reto para mí. Primero porque está escrito en primera persona, algo no del todo novedoso (ya lo había hecho en Diario de un mundo sin futuro), solo que en esta ocasión el personaje que relata la trama es una mujer.
Meterme en la cabeza de alguien como Anabel, con una vida pasada tan tortuosa y un carácter tan marcado, fue complicado y muy diferente a lo que había escrito hasta ahora.
Otro reto de esta novela fue tratar de mejorar algunos aspectos de mi escritura como, por ejemplo, el uso adecuado en los diálogos de los verbos que no son «dicendi» (gracias Jaime por hacerme ver este error tan reiterado en mí).
En cuanto a la portada, quería que reflejase cómo era esta «nueva diligencia», así que he usado otra vez el banco de imágenes 123rf.com y he fusionado dos imágenes utilizando el Photoshop.

EL FUTURO DE LA SAGA
Debo decir que me lo he pasado muy bien escribiendo esta historia y, sobre todo, imaginando cómo será su continuación. Creo que el universo que he creado ofrece muchas posibilidades y de mí depende ahora saber aprovecharlas.
En muchos aspectos marca un antes y un después respecto a la Trilogía Centauri, ya que afrontaré un universo mucho más amplio y con una sociedad más compleja. Sin embargo, existen varios nexos de unión entre ambas sagas que los lectores irán descubriendo durante su desarrollo.
El nombre de esta nueva saga será EL OCASO DE LOS DIOSES y de momento no tengo pensado el número de novelas que la compondrán ni el camino por el que transcurrirá. En mi mente se van cruzando las ideas y las posibles tramas, aunque no será hasta que tenga avanzado el siguiente libro que veré hasta donde me lleva.
Solo espero que estéis dispuestos a acompañarme en este nuevo viaje.
