
Hoy quiero contarte algunos de los entresijos de Profanación, la quinta entrega de la saga Roberto Fuentes.
Sin ser mi novela más extensa, lo cierto es que probablemente ha sido la que más trabajo me ha exigido, sobre todo una vez terminado el primer borrador.
El motivo es que comencé la novela con una idea inicial, pero sin saber lo que ocurriría después. Solo tenía unas breves pinceladas de la historia: una serie de crímenes, una secta satanista de por medio y un punto de inflexión en la relación entre Roberto y Eva, además de la evolución del don de Roberto.
Este método de escritura (conocido como “brújula”) exige un mayor esfuerzo para encajar las tramas conforme bullen en mi cabeza, aunque también hace que disfrute más de la escritura porque ni siquiera yo sé lo que va a ocurrir. Muchas veces la historia me lleva por caminos que desconozco y se producen giros que incluso me sorprenden a mí mismo. En otras soy yo el que los fuerza, diciéndome: ¡Qué bueno sería que ahora pasase esto!
Por supuesto, los personajes son los primeros que sufren mis decisiones ante el teclado, en especial Roberto y Eva, aunque sé que al final no me lo tienen en cuenta 😉

Una vez terminada la novela toca encajar todas las piezas, revisar las tramas y no dejar ningún hilo pendiente. Como lector no me gusta que una novela me deje con mal sabor de boca ni que queden preguntas en el aire sin resolver, a no ser que se respondan en el siguiente libro. Por ese motivo, como escritor intento aplicarme la misma regla y trato de dejar todo bien cuadrado.
Es por ello que en esta ocasión necesité leer el libro en tres ocasiones antes de enviarlo a los lectores beta. Una vez introduje los cambios que ellos me sugirieron la leí una última vez, en la idea de que nunca publico una novela si no estoy satisfecho con el resultado final. Ahora sois los lectores quienes debéis juzgar mi trabajo.

Para terminar, quiero compartir con vosotros un último detalle. A falta de dos semanas para publicar la novela no tenía título ni portada. ¿Sorprendido? ¡No más que yo!
Lo normal es que el título surja en mi cabeza durante la escritura de la novela, a veces incluso antes de empezar, pero en esta ocasión los títulos que se me habían ocurrido no me convencían para nada. Y el tema no mejoró después de terminar el primer borrador.
Con la portada tampoco me fue mejor. Tenía un diseño inicial que me parecía bastante aceptable, sin embargo, con el paso de los días comencé a verle fallos. Probé algunos cambios y la cosa empeoró.
Lo que hice entonces fui irme a Amazon.com y ver qué portadas tenían los escritores que más vendían en mi género. Descubrí que en la mayoría de los casos la portada es lo de menos, sobre todo si el escritor tiene un catálogo extenso. Los lectores ya conocen sus obras, saben lo que se van a encontrar entre sus páginas, así que le dan más importancia a que se vea bien el título y su nombre que a la imagen de portada.
Como siempre suelo en estos casos, recurrí a mis amigos y compañeros de podcast Jaime Blanch y Miguel Ángel Alonso Pulido. Sus consejos y mi intuición sirvieron para elegir el título que más me gustaba de los que me sugirieron y elaboré una nueva portada.
No sé si habrá sido la decisión más acertada, pero os garantizo que lo importante se encuentra bajo la portada, entre las páginas que contienen este nuevo caso de Roberto Fuentes.
Espero vuestros comentarios al respecto, tanto por este medio o, si lo preferís, en el Grupo de Lectores de Alberto Meneses: